BELLINZONA, EL "SKYLINE" MEDIEVAL DE SUIZA

[monica]

Tres castillos componen el skyline de Bellinzona, la actual capital del cantón suizo de Tesino. Las tres fortalezas, reconocidas por la UNESCO como patrimonio cultural mundial, fueron una barrera histórica, en tiempos inexpugnable y ahora más decorativa y turística que otra cosa, ante los impresionantes Pasos de Gottardoy San Bernardino que dividen geográfica y culturalmente a Suiza en dos comunidades: las de habla alemana e italiana.
Una larga y pantanosa llanura que los tesineses llaman de Magadino conduce a Bellinzona desde Lugano, la gran atracción turística de este cantón del sur de Suiza. Este pasillo estratégico y natural y todas las aldeas que lo rodean son en la actualidad motivo de gran discusión, dado que los intereses creados para construir una autopista que enlace en 45 minutos Lugano y Locarno, las dos perlas del Tesino, han chocado con los de los agricultores y ganaderos que defienden a ultranza su tierra y, sobre todo, sus granjas, queserías y zonas cultivadas con patatas o maíz principalmente.
Pero, polémicas aparte, vale la pena acercarse a esta ciudad ya mencionada con el nombre de Bilitio en el año 590. Su silueta en el horizonte, resaltada con sus tres fortalezas medievales, enseguida cautiva al visitante con la presencia siempre imponente de las altas y casi siempre nevadas cumbres alpinas.
Bellinzona es, probablemente, la ciudad más italiana de Suiza. Sus colores, el rojo y el azul, nos recuerdan los del F.C. Barcelona, pero realmente a sus casi veinte mil habitantes les interesa poco el fútbol. Prefieren los partidos de hockey sobre hielo, aunque tengan que acercarse a Lugano, su particular carnaval -"El Rabadán"- o disfrutar de sus tradiciones.
Como el bissolo, un pastel cubierto de chocolate realizado con mermelada de castaña, que reproduce la moneda local de 1500. En su cara destaca una llamativa serpiente que la familia milanesa Visconti instauró y que ha acabado siendo el símbolo de esta bella y tranquila ciudad suiza.
Hay que venir a Bellinzona, si la agenda lo permite, en sábado. La vieja ciudad luce, esplendorosa y repleta de gente, con el mercadillo medieval que se celebra en la Piazza Nosetto, presidida por su pequeño nogal, y flanqueada por la Casa Rosa, un bellísimo palacio del siglo XV con fachada de terracota.
Es entonces cuando este viejo burgo transmite su auténtico sabor lombardo. El Ayuntamiento, con su esbelta torre y su encantador patio interior, los rincones y las plazas, los patios, los callejones que esconden casas patricias e iglesias bellas, el teatro neoclásico de palcos -una Scala de Milan reducida- o su Colegiata dedicada a San Pedro y San Esteban, iniciada en 1517 y terminada en 1785, constituyen el encanto de esta coqueta villa que esconde también la vida animada de un centro moderno con numerosas boutiques, tiendas de exquisiteces y cafés que invitan a dar un paseo relajante.
La historia de Bellinzona se remonta al Neolítico. Luego los romanos construyeron un gran fuerte en el siglo I, pero la ciudad alcanzó su máximo apogeo en la Edad Media y sobre todo a partir de los siglos XV y XVI al formar parte del Ducado de Milan, aunque en este último siglo fue cedida a los confederados suizos (1516).
Ya en el XVIII, Napoleón Bonaparte invadió el territorio creando dos cantones soberanos en el sur (Lugano y Bellinzona) que acabarían siendo fusionados en 1803 con el nacimiento del Cantón del Tesino. Bellinzona fue finalmente elegida capital cantonal en 1878, después de rotarse esporádicamente con Lugano y Locarno, y sigue ostentando ese título en la actualidad.
La Bellinzona del siglo XXI sigue mirándose en las murallas que cercaban su población y en sus tres castillos que lucen la etiqueta de la UNESCO desde 2000. Castelgrande, el castillo más viejo y grande, ofrece una vista hermosa del casco antiguo y del entorno de la ciudad desde sus dos torres visibles desde todos los ángulos: la Torre Nera (28 metros) y la Torre Bianca (27 metros).
El también denominado Castello di San Michele fue construido en el siglo XIII y ahora bajo sus muros propone dos apuestas culturales, un museo arqueológico y otro de arte. Los castillos de Sasso Corbaro, situado en el punto más alto de la ciudad, y Montebello, ambos excelentemente conservados, completan esta línea de defensa sumamente importante en lo que los antiguos consideraban la gran puerta entre los Alpes e Italia.
Guía práctica
La visita de los castillos:
Castelgrande: Abierto de abril a octubre (lunes-domingos 10-18 h) y de noviembre a diciembre (lu-do 10-17h)

Montebello: Abierto desde el 4 de abril al 8 de noviembre. (lu-do 10-18 h)
Sasso Corbaro: Abierto desde el 4 de abril al 8 de noviembre. (lu-do 10-18 h)

Más información: www.bellinzonaturismo.ch / www.MySwitzerland.com